—¿Verdad, mami? —La carita del pequeño se iluminó como si acabara de recibir el regalo más preciado de toda su vida. ¡Como si no estuviera pidiendo que castigaran a otras personas! Ran Xueyi estaba desconcertada por la reacción de su hijo y no pudo evitar girar la cabeza hacia los culpables que podrían haberle influenciado para actuar así.
Song Yu Han y Guo Yun la miraron con expresiones claras, como si no pudieran entender el significado detrás de su mirada de reproche.
Tras contener la regañina que estaba a punto de surgir en su garganta, Ran Xueyi, bajo la hermosa y adorable persuasión de su hijo, solo pudo asentir con la cabeza, aunque de mala gana.
Así, dejó carta blanca a Song Yu Han para que hiciera lo que considerara oportuno para manejar el asunto.