Aun siendo muy temprano en la mañana, otros miembros de la familia real y aristócratas aún no habían salido, por lo que las criadas y guardias que andaban alrededor no prestaron atención cuando Susan y Luciana pasaron junto a ellos.
Una vez que entraron a la cámara de Susan y cerraron la puerta detrás de ellas, Luciana se volvió hacia Susan y dijo:
—Escuché que la Princesa Ámbar ha recuperado la conciencia. ¿Has podido verla? ¿O has tenido noticias de ella?
Luciana preguntó, y Susan asintió, pero miró hacia otro lado mientras hablaba:
—Me colé en el calabozo anoche. Ella no puede recordar nada de lo sucedido —dijo Susan con un suspiro, y Luciana frunció el ceño.
—¿No puede recordar nada? —preguntó Luciana, y Susan asintió otra vez.
Luciana observó a Susan atentamente:
—¿Crees que ella lo hizo y está fingiendo no recordar?
—Si creyeras que ella lo hizo, no te estarías escabullendo y arriesgando la ira de la Reina —señaló Susan, y Luciana asintió en acuerdo.