Eso parecía ser una sugerencia razonable, pero no fue suficiente para convencerla.
—¿Cómo cuido de alguien que no parece necesitarlo? Solo parece dispuesto a abrirse contigo, manteniendo distancia del resto de nosotros —preguntó, con una expresión de desaprobación en su rostro.
—Todos necesitamos tiempo. Así como te doy un mes para decidir, dale a él una oportunidad —sugirió él, y su insatisfacción era evidente.
—Esto es diferente —argumentó ella.
—¿Cómo? —preguntó él.
—Él sabe lo que quiere, está decidido. Yo... —se detuvo, dándose cuenta de lo que estaba a punto de revelar. No, Aurora, no deberías dejarle saber eso, podría entenderlo mal.
—No sabes lo que quieres, estás dudando —completó su pensamiento él, y un silencio se hizo en la habitación.
Sus ojos se encontraron, y ninguno hizo el gesto de romper la mirada, palabras no dichas comunicándose entre ellos. Él entendía tan bien sus vulnerabilidades, ella estaba completamente expuesta ante él.