El Señor Alexander parecía imperturbable y también lo estaba Damien, quien solo miraba fijamente a la Dama que se había quejado de que él no había respondido a su carta después de que ella se la enviara. Ni siquiera sabía de qué carta hablaba ya que era popular, era difícil hacer seguimiento de las cartas que recibía.
—¿De qué noche hablas? —Damien inclinó la cabeza, su rostro inexpresivo—. Hay tantas noches que pasamos juntos. —Tanto Elliot como Sylvia parecían alarmados al oír esto. ¿Estaba el vampiro de sangre pura cavando su propia tumba voluntariamente?
Al escuchar esto, la Dama Helen se sonrojó intensamente. —Ah, eso... —intentó contener su rubor, que no dejaba de aparecer en su rostro—. La noche cuando fue...