Al escuchar al inspector, el agarre de la mano de Jiang Yuyan se apretó en la barandilla de la escalera, sus ojos se llenaron de ira y de una oscuridad aterradora, ya que estaba claro que alguien había matado a su esposo y no había sido un accidente común.
Tenía tantas cosas de las que ocuparse: la primera era cuidar de Lu Lijun, la segunda era hacerse físicamente fuerte y la tercera era algo aterrador que sucedía en su mente.
La policía se fue y Jiang Yuyan regresó a la habitación de Lu Lijun. Se sentó en el sofá; sus piernas estiradas sobre la mesa del centro frente a ella, su mano descansando en el reposabrazos mientras su vista fija en el techo, sus ojos llevaban algo en ellos que la hacía parecer aterradora. Parece como el silencio antes de la tormenta.
Jiang Yang le pidió a Lu Feng que hablaran a solas y le pidió a An Tian que los siguiera también.
—Lu Feng, necesitamos monitorear a Yuyan —dijo Jiang Yang.