Zhao Lifei despertó al día siguiente, en la misma posición en la que se había quedado dormida. Podría haber jurado que oyó algo en su sueño, una confesión de algún tipo, pero la mayoría de lo que se decía sonaba amortiguado para ella. Lo desechó, creyendo que era solo un sueño.
Se estiró como un gato perezoso antes de volver a acurrucarse en sus brazos, una pequeña sonrisa en su rostro. Durante las noches que había pasado con Yang Feng, nunca había experimentado una sola pesadilla. La idea le parecía tan cursi y cliché, pero no le importaba. Estar en sus brazos se sentía seguro, reconfortante, cómodo, y todo lo que acompaña a la palabra 'bueno'.
Se preguntaba si el resto de sus mañanas se pasarían así, para siempre y siempre, enredados en los brazos del otro. Era un sueño increíble para ella, pero estaba decidida a convertirlo en realidad.