Xi Ting estaba sentado en el sofá del salón cuando oyó los pasos. Levantó la vista. Vio a Qin Yan bajando por las escaleras.
El brillante vestido de cola de sirena envolvía la exquisita figura de Qin Yan. Su cintura era tan delgada que él podía agarrarla con una mano. El escote corazón mostraba su hermosa clavícula. Sus hombros y cuello eran tan atractivos que la gente no podía apartar los ojos de ella.
Mientras caminaba, la cola del vestido se balanceaba, como una sirena saltando fuera del mar. Cada uno de sus movimientos era romántico y capturaba fácilmente los corazones de los demás.
Xi Ting la miraba fijamente, y todo en lo que podía pensar era: «Quiero esconderla, no quiero que otros la vean tan hermosa y deslumbrante».
En el momento en que sintió los pensamientos en su mente, Xi Ting rizó los dedos como si hubiera sido escaldado.
—¡Tía Yan, estás tan hermosa! —Antes de que Xi Ting pudiera decir algo, una voz infantil sonó a su lado.