—¡Está tan brillante! —murmuré mientras intentaba cubrir mis ojos soñolientos que casi se cegaron por una luz brillante.
¡Chillido!
Desde algún lugar cercano, escuché el chillido de un ave. —¿Me siguió ese águila?
Abrí mis ojos, esperando verme rodeada de árboles y plantas, pero me encontré mirando un techo familiar con una cortina con red colgada de él.
«¿Estoy soñando?» Era la misma vista que había estado viendo durante los últimos días cada vez que me despertaba. Me costaba abrir completamente los ojos por la brillante luz del sol que entraba por la ventana.
—¿Ventana? ¿Qué bosque tendría una ventana?