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—¿Una sirvienta? —La incredulidad de Luo Zhelan resonó en la habitación.
—Sí, la vi en la Celebración de Cumpleaños de la Familia He, vestida de sirvienta —confirmó Luo Lina.
—Bueno, esa era yo —inclinó ligeramente la cabeza Jiang Yue, su voz plana al admitir.
Un pesado silencio cayó sobre la sala mientras todas las miradas se volvían hacia la elegante mujer de pie junto a Luo Zhelan. Si ella no hubiera pronunciado esas palabras, nunca habrían adivinado su verdadera identidad.
El Viejo Maestro Luo apretó la mandíbula mientras miraba a la pareja frente a él. La vista de ellos juntos provocaba un malestar en sus ojos.
—¿Una sirvienta? —se burló Luo Zhenkang—. Probablemente robó tu brazalete para venderlo una vez que supo su valor.
—Mencioné que vale ciento cincuenta millones de yuanes —añadió con cautela Luo Lina, asintiendo en acuerdo—. No la acuso de robo, pero era la única en la sala cuando lo dejé en la mesa. Mi hermano fue a buscar al Mayordomo Huang y yo subí arriba.