—Justo en ese momento sonó el timbre de la puerta y Qiao Jun casi maldice.
Yu Holea, como si hubiera salido de un hechizo, saltó precipitadamente del regazo de Qiao Jun y dijo con voz temblorosa:
—Voy a ver quién está en la puerta.
Luego, sin esperar a que Qiao Jun respondiera, corrió.
Qiao Jun quería atraparla pero Yu Holea fue demasiado rápida. Sólo pudo dejarla ir y volverse invisible antes de seguirla.
Quería ver quién era este recién llegado que se atrevía a arruinar todo su plan.
Yu Holea abrió la puerta y vio a Sheng Yin.
Sin embargo, la condición de Sheng Yin hizo que Yu Holea se preocupara.
Sus ojos estaban rojos, había varios moretones en sus brazos y parecía haber sufrido un gran choque.
Al ver a Yu Holea, Sheng Yin sintió como si hubiera visto la única esperanza que tenía y la abrazó.
Las primeras gotas de sus lágrimas tocaron el hombro de Yu Holea y luego empezó a sollozar en voz baja.
Después, como un bebé, empezó a llorar fuertemente.