—La sala ascendente se detuvo —pero Adrienne no salió, se quedó quieta, su mirada fija en la inconsciente Celia.
Adrienne había golpeado lo suficientemente fuerte, por sus cálculos, Celia estaría fuera de combate por lo menos unas horas y en cuanto a Rosalía... se despertaría después de la hora.
—¿Cómo había llegado a esto? —Adrienne se preguntaba.
—¿Cómo había un lugar que había llamado hogar durante décadas se había convertido en un lugar al que no podía acceder a menos que fuera a través de tales métodos?
—¿Cómo había el Guardián del Dragón, el hogar de todos sus sueños y aspiraciones, se había convertido en un lugar donde no se atrevía a poner un pie?
—¿En qué momento todo se torció? —Adrienne pensaba para sí misma.
Durante meses, Adrienne había estado sola en una habitación lúgubre de alguna torre en el mismísimo borde del mundo, preguntándose una y otra vez esa misma cuestión,
—¿En qué momento todo se torció?