—Pero tengo información que usted no tiene. Les daré todos los nombres, información e incluso los rostros de aquellos a los que han estado persiguiendo a ciegas, incluyéndome a mí. A cambio de toda esta información, quiero que maten a gente por mí.
Osada.
Hubo un silencio sepulcral tras las palabras de Hera. Su voz y todo lo que había dicho eran más claros que el día. Estaba negociando con una petición ridícula.
—¡Ja ja! —El jefe no pudo evitar reírse burlonamente—. Tú, no sé quién eres ni cómo entraste aquí. Pero esta agencia no es el lugar para solicitar la muerte de una persona. No somos una banda de maleantes con los que se pueda negociar.
—Qué extraño —Hera frunció el ceño—. ¿No son parte del sistema de justicia? Pensé que mi regalo les haría felices ya que están tras estas personas de las que hablo.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Fue por su orgullo?