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En este momento, Ansel se encontraba a un par de kilómetros de distancia, en un lugar donde el aire era denso y la humedad intensa. Todo lo que podían oír eran sus pasos pegajosos y el burbujeo ocasional del lodo burbujeante.
En ese momento estaban a mitad de camino de la misión, dirigiéndose a lo que sería, con suerte, un pantano de hierro. Cuando el anuncio les llegó a todos, un hombre tímido se le acercó, un refugiado que había llegado con Jun en aquel entonces. Incluso antes de partir de Bright, mapearon de inmediato (bueno, no fue él) la dirección aproximada del pantano y decidieron arriesgarse.
El viaje estaba programado para llevar al menos un día completo, y el resultado ni siquiera era seguro. Sin embargo, aunque el viaje podría ser en vano, el hierro era demasiado importante para todo el territorio como para no echar un vistazo.
Ansel se detuvo y miró al cielo, preguntándose si serían capaces de regresar al territorio con la luz del sol.