Ansel soltó un suspiro relajado mientras yacía en su bañera llena de agua tibia. Al sumergir su cuerpo, era como si todo el cansancio y estrés de las últimas semanas fluyeran fuera de él.
—¡Ah, esto es vida! —dijo, cerrando los ojos y hundiéndose más hasta que todo su cuerpo estuviera cubierto.
Sus sentidos se refrescaron y todos sus músculos tensos se relajaron. Gimiendo de relajación, se cocía en la encantadora calidez del agua. Su cuerpo también se sentía suave; era como si todos los músculos tensos estuvieran siendo masajeados por sí solos.
Ansel no tenía dudas de que la especial Fragancia de Jazmín que Altea le dio para mezclar con el agua tenía mucho que ver con esto. Ella siempre había tenido talento para hacer concoctions como esta.
Por un rato se quedó ahí, sintiendo simplemente el agua tibia rodeando su cuerpo. Era tan relajante que reflexionó que esto debía ser lo que se sentía al volver al vientre materno.