—Hipócrita —un siseo susurrado resonó debajo de ellos, atrayendo la atención de Ansel y Leo.
Era un joven de cabello oscuro con enormes ojeras, aparentemente con una expresión sombría perenne.
Las dos personas a su lado, una chica de cabello corto y dorado y un hombre bajito con un estilo semi-calvo, asentían en acuerdo.
—Apuesto 10 oro a que un cubo de agua será ridículamente caro —dijo la chica.
—Apuesto 10 oro a que va a pedir más dinero justo después de esto —susurró el chico más bajo.
A Ansel y Leo les resultó esta conversación mucho más interesante que el espectáculo en frente.
Simplemente, no hicieron más esos comentarios mordaces hasta que el pozo fue construido y celebrado. No esperaron a ver los resultados de la apuesta.
Ansel y Leo observaron cómo los tres hombres y mujeres se alejaban de la multitud, pero no hicieron nada más.