Solo puede encontrar la entrada aquel que conoce la palabra que hace visible la cueva. Esta leyenda se originó en zonas guaraníes, en la actualidad es muy poco común que se cuente como tal.
En su interior, el aventurero debe pasar por tres "pruebas iniciáticas": la primera consiste en resistir el ataque de un chivo maloliente de ojos rojos; la segunda es aguantar la presión de los anillos de una enorme serpiente peluda llamada viborón o culebrón y la última vencer a un "basilisco criollo" de ojos centellantes. Las tres pruebas pueden superarse si se demuestra a las amenazas que no se les tiene temor.
En la provincia de Catamarca, según Villafuerte, a la Salamanca se debe entrar desnudo, siendo guiado por un cuervo; al momento de entrar el futuro iniciado debe escupir sobre una imagen sagrada, generalmente un crucifijo.
A veces el mismo Diablo sale de la Salamanca para buscar adeptos; en esos casos toma la forma de el Mandinga, y se aparece como un gaucho vestido lujosamente, con adornos de plata. Los que han estado en la cueva pueden reconocerse porque, dice la tradición, no proyectan sombra.
Una vez superadas las pruebas, se ingresa a una gran sala de piedra iluminada por lámparas de aceite humano, allí se reúnen para instruirse en la brujería, hechiceros, adivinos, brujos, animales colaboradores y y espíritu familiar.
Reina allí un gran alboroto de risas, gritos y llantos. Los concurrentes pueden aprender artes como la curandería y el idioma de los animales, o simplemente a hacer daño.