Declyn estaba frente a un teclado digital. Presionó un código de ocho dígitos y la puerta hizo clic al abrirse.
Declyn entró en el oscuro apartamento y frunció el ceño frente al aire rancio. Parecía que nadie había estado allí durante años. ¿Entró en el lugar equivocado?
Este era uno de los muchos apartamentos propiedad de los Guardianes. Poseían propiedades por todo el mundo. Les permitía moverse entre humanos sin dejar rastro al mantenerse en hoteles.
—Llegas tarde —se oyó una voz grave desde la oscuridad.
Declyn sonrió al reconocer la voz. Era Gregory, y eso significaba que estaba en el lugar correcto.
—No fue fácil encontrarlo —dijo Declyn y arrastró al hombre que estaba escondido detrás de él al frente.
Se oyó un suave clic y una cálida luz iluminó la zona.
Era la sala de estar de un apartamento donde los muebles estaban cubiertos con sábanas blancas.