—¡Estás celoso! —Dora lo burló, deslizándose fuera de los brazos de Kael con una risa ligera y burlona, sus ojos brillando con picardía mientras se escapaba del vestuario. Su voz le llegaba en un cantar juguetón—. Y a mí me gustan las mermeladas, así que apruebo.
Con su camisa aún desabotonada, Kael la siguió fuera del vestuario, olvidando que se suponía que debía refrescarse y casi tropezó al verla descansando cómodamente en la cama, sus brazos estirados detrás de ella, apoyándose en las almohadas. La astuta sonrisa en sus labios le dijo que estaba tramando algo —Pareces muy complacida contigo misma.
—Lo estoy. Muy complacida —Dora se estiró, su cuerpo moviéndose con gracia, captando su atención mientras su mirada encontraba la suya—. ¿Y quieres saber por qué?