—¿Oíste sobre la fuerte explosión en la casa del lago a la que fuimos la semana pasada? ¿No es genial que la policía descubriera la amenaza de bomba a tiempo y nos evacuara? —susurró un joven estudiante en la clase de primer año.
—Apuesto a que sí. Quiero decir, había estado maldiciendo a los oficiales desde el momento en que me sacaron de la habitación. ¡Maldita sea! Estaba a punto de llegar a la base final con mi novia y me pillaron literalmente con los pantalones bajados.
—¡Ja! ¡Imagina morir en esa posición! Te salvaron la vida.
—Pero es muy triste lo que le pasó a Nora —dijo otro estudiante.
—Hmm. Parece que ella estaba más cerca de la bomba cuando esto sucedió.
—¡Debería haber sido esa Sara la que debería haber estado allí! No puedo creer que fuera tan malvada.
—¿Qué hizo Sara? —preguntó otra compañera de clase desprevenida.
—¡Sara es la que lo hizo todo! ¿Recuerdas esa noticia de cómo Sara se lanzó frente a ese perro salvaje para salvar a Nora? Todo era falso.