—La invitación ha sido enviada —dijo Luc—. No puedes creer cuánto estrés produce casarse. Tengo que encargarme de todo.
—Ruby también está trabajando duro. Deja de quejarte —dije—, sin mirarlo.
Luc había venido a verme después de que le dieran un descanso. Había estado ocupado por los preparativos de la boda y su trabajo como maestro de la torre mágica. Me había estado quejando en cartas y ahora había venido en persona para hacerlo.
—Ojalá me hubiera casado como tú. Todo estaría listo. Solo necesitaba estar presente —suspiró.
—Te vas a casar una vez. Trata de disfrutar cada momento de eso, Luc —dije—. O algún día, te arrepentirás de todo.
—Vaya, tu letra... apesta —dijo de repente—, inclinándose y mirando los documentos en los que estaba escribiendo.
—...¿Te vas a ir?
—¡No!
—Haa... —suspiré—. Perita, trae algunos refrigerios para nosotros y revísalos con la poción que te di.
—Yo lo hice. Menciona también mi nombre —dijo Luc.