Niran se revolcaba y giraba, incapaz de dormir después de experimentar su primer beso. No podía negar el efecto que había tenido en ella—cómo ese único beso la había dejado sintiéndose como si su cuerpo no fuera suyo sino de él, aunque solo fuera en ese efímero momento.
—Maldita sea —murmuró en voz baja, frustrada consigo misma—. No era así como se suponía que debía ser. Ella estaba destinada a ser la que controlaba, a dominar la situación y no dejarse influenciar por la mera atracción física. Su objetivo era claro: obtener influencia sobre el Príncipe Raúl y usar ese poder en su beneficio para ayudar a la Princesa Mineah.
Los pensamientos de Niran se deslizaban hacia la Princesa Mineah, que pronto se casaría con el Rey de Valcrez y vendría a este reino. Si Niran conseguía la confianza y afecto del Príncipe Raúl, podría ayudar a solidificar la posición de la princesa, asegurando su influencia y poder en la nueva corte.