Dani tragó saliva mientras calmaba su corazón frenético.
—Relájate, ¿vale? No es como si fuera la primera vez que nuestros cuerpos estuvieran tan cerca —Abel murmuró en su oreja; su aliento rozando su piel fue suficiente para hacer que todos los pelos en su piel se erizaran. Se sintió extraña de nuevo, como si algo se estuviera enroscando dentro de su estómago. Luego, su rostro se enrojeció al darse cuenta de que lo que sentía no era emoción, sino excitación. Era... Era embarazoso.
—Supongo que no recuerdas lo que pasó anoche, ¿eh? —Abel murmuró con la barbilla apoyada en su hombro—. Ya no me sorprende.
Dani no sabía cómo responder. Se sentía bien ser abrazada así por él desde atrás. Su cuerpo no estaba cálido, pero estaba bien ya que ella se sentía caliente a pesar del clima frío.
«Me estoy volviendo loca...», pensó Dani mientras intentaba calmarse. Luego preguntó en voz alta, —¿Hice algo anoche?