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Otro día llegó, y Abel se sintió inquieto, pero no por el regreso de sus pesadillas, ya que no era como si no soñara de vez en cuando con su trágico pasado. Usualmente, esto solo sucedía cuando estaba ansioso, pero últimamente, tenía mucho en qué pensar, especialmente sobre Rosela.
—Mason, asegúrate de informarme todo acerca de Rosela —Abel le recordó telepáticamente al rastreador que había asignado para seguirla—. Ella podría hacer algo estúpido, así que quiero que mires de cerca cada uno de sus movimientos.
—Todo está bien, Maestro. Por favor, no se preocupe —informó Mason, haciendo que Abel soltara un suspiro de alivio—. La Dama Rosela ha estado muy ocupada haciendo su trabajo habitual y sus pasatiempos, especialmente en la ópera.