Arlan no había dormido en toda la noche, deleitándose con la sensación de tener a su esposa en sus brazos. Él continuó jugando con su suave pelo, inhalando su dulce aroma mientras su mirada estaba fija en su forma dormida.
Indudablemente, era hermosa, pero había más cosas acerca de ella que le intrigaban. Era resuelta, terca, voluntariosa, audaz, amable, justa, y así sucesivamente. Era una mujer perfecta con muchos defectos, y él amaba sus defectos más que sus perfecciones.
Recordó la oscuridad en sus ojos, de la cual ella misma no era consciente, cada vez que la demonio dentro de ella comenzaba a mostrar su presencia.
—Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que su forma de demonio se vuelva prominente y tome el control. Espero no perderla, incluso después de que sus otros lados se vuelvan más fuertes, y ella siga siendo mi Oriana y no alguna Esmeray