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Oriana entró en la sala de estar donde la esperaba la Profesora Real, acompañada por dos sirvientes del palacio de la Reina. Con un gesto elegante, todos se inclinaron en deferencia a la Princesa Heredera.
—Su Alteza, permítame presentarle a Lady Sarin, la Profesora Real de las mujeres de la familia real. También tuvo el honor de instruir a la Princesa Alvera —declaró el sirviente de la Reina.
Oriana reconoció la presentación con un sutil asentimiento y dirigió su mirada hacia Sarin. —Creo que seré una buena estudiante para usted —comentó.
Sarin percibió la cortesía de Oriana, a pesar de un barniz de orgullo. —Me esforzaré en impartir lo mejor de mí, Su Alteza. Sin embargo, su gracia natural es evidente, y parece que hay poco que necesito enseñarle.
Tras el breve intercambio, Oriana tomó asiento.