"En el interior de una habitación oscura, detrás de las cortinas de tela vaporosa, una figura femenina podía vislumbrarse vagamente a través de la abertura de la tela. Estaba sentada con las piernas cruzadas, y con calculada lentitud, deslizaba un largo y delgado dedo por el borde de la cortina, sus uñas tan oscuras como la noche misma.
Aunque su rostro no era visible en la oscuridad, su presencia emanaba un aire de peligro y seducción.
—Parece que te has olvidado de mí —ronroneó la mujer, su voz hipnótica una melodía inquietante que enviaba escalofríos por la espina dorsal—. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que viniste? ¿Realmente me has olvidado, Su Alteza?
—¿Debe alguien sufrir para que corras hacia mí, hmm? ¿A quién debería elegir esta vez? ¿A tu enfermo padre? O... —Hubo una larga y maliciosa pausa— ¿O a ese adorable recién nacido de tu hermana?
—Su risa, teñida de malicia y regodeo, resonó en ese oscuro lugar.