—De repente supe que Seren estaba en apuros, así que tuve que dejar ir a esa bruja. Mi mujer es más importante que cualquier bruja al azar —frunció el ceño Drayce.
—Sí, olvidé que mantienes tus agudos sentidos auditivos activos para vigilar a tu esposa —se burló Arlan.
—Para protegerla, si está en problemas —contraatacó Drayce—. Cuando consigas a tu mujer, estoy seguro de que harás lo mismo y no cerrarás tus sentidos.
—No soy aficionado a espiar y no habrá nadie por quien lo haría.
—Quién sabe —movió la cabeza Drayce.
Arlan lo ignoró y dijo:
—Hablemos primero de esa joven Bruja Negra para que pueda atraparla.
—Seguro que tienes que hacerlo para que podamos saber qué trama y qué está haciendo entre los humanos. Por lo que he averiguado, llegó aquí a Selve ayer.
—¿Está en Griven? —preguntó Arlan sorprendido—. ¿Cómo es que no sentí su presencia? He estado en la ciudad, así que, como mínimo, debería haber sentido rastros de su magia.