Alex llevaba un elegante traje clásico de tres piezas de época. Su cabello oscuro y negro estaba perfectamente despeinado, aparentando como que había sido peinado por sus dedos y apartado de su cara. Abi no lo había visto en traje durante un tiempo, por lo que verlo así hizo que sus ojos se abrieran asombrados. Alex siempre era diabólicamente guapo, pero Abi pensó que esa noche había superado el límite de su belleza.
—¿Dónde has estado? —preguntó ella cuando recuperó la compostura—. ¿Fuiste a un evento importante?
Le preguntó con un tono curioso, pero Alex sonrió al ver esa expresión en sus ojos.
—¿Ya me extrañabas? —su dedo tocó delicadamente su mejilla mientras ella se sonrojaba—. A él le encantaba cuando ella lo extrañaba tanto como él.
—Sí —confesó—. Te estaba buscando.
—Lo sé —respondió él sin ninguna insinuación de travesura en su voz.
Abi frunció el ceño pero Alex mostró su letal sonrisa mientras su dedo se desplazaba entre sus cejas.