Por la mañana, despierto a Fen Huan introduciéndole mi miembro en su culo. Aún confusa, intenta moverse. No puede. Está atada en la cama. Bocabajo. Con las piernas muy abiertas. Casi en cruz. Se tensa. Yo la golpeo en las nalgas y vuelvo a penetrarla. Hasta el fondo. Con una pequeña descarga de qi.
–¡Mmmmm!– gime. Está amordazada.
Tarda unos segundos en comprender la situación. Supongo que en acordarse de que me lo pidió ayer por la noche. En rendirse, en dejarse ir. En relajarse. En disfrutar de ser usada analmente a primera hora de la mañana.
Yo aprovecho para absorber algo de su qi de la etapa dos. Mientras me recreo golpeándola. Dominándola. Sintiendo la estrechez de su ano. Cuando un latigazo en su espalda me sorprende.
–¡Esa zorra está mojando las sábanas a primera hora! ¡Merece una lección!– exclama Pen.
Me sonríe. Me besa. Y vuelve a azotarla. Las marcas son visibles en la piel. Enrojeciéndola. Haciéndo disfrutar a la masoquista. Ayudándola con su cultivación del cuerpo. Siguiendo la técnica, al repararse, se refuerza. Poco a poco.
Llega al orgasmo varias veces. Algunos los provoco. Otros tras un latigazo especialmente fuerte cuando estaba al límite. Estamos un buen rato hasta que la lleno.
–Mira que mojada está esa zorra… – la critica Pen tras besarme otra vez.
Después de decir eso, me indica con gestos. Por supuesto, no tengo ningún problema en hacerle caso. En penetrar también la vagina de Huan'er. De golpe. Hasta el fondo. Por sorpresa.
Se estremece. No lo esperaba. Lo cual no evita que hunda mi miembro en ella una y otra vez. Que perfore su vagina sin clemencia. Que su ya cansado cuerpo tenga que sufrir nuevos orgasmos. Nuevos latigazos. Nuevos golpes. Que se quede extenuada sobre la cama cuando acabamos. Quieta. Sus dos agujeros goteando. Sin decir una palabra ni cuando Pen le quita la mordaza. Satisfecha.
–Lo has disfrutado, ¿verdad?– le pregunta Pen acusadora.
–Aaah… Sí, Ama… Aaaah… Aaaahh
Está demasiado cansada para que abusemos más de ella. Quizás nos hemos excedido. Aunque es ella quien lo había pedido.
Así que, mientras descansa, Pen me abraza. Reclama mis besos con los suyos. Mis caricias con las suyas. Excitada. Ardiente. Supongo que el espectáculo ha sido bastante estimulante.
Acabamos follando de pie. Ella contra la pared. Abrazada a mí. Sus pies en mi cintura. Mirándome y gimiendo. O besándome. Me deja la iniciativa. De penetrarla salvajemente. Aunque no tanto como a Huan. Solo tanto como me pide.
Se queda abrazada a mí cuando la lleno. La llevo con suavidad a la cama. La beso con dulzura. Ella me sonríe.
–Tendrás que vestirte tú solo. Has sido demasiado intenso– me dice entre quejándose y apasionada.
Ayer, cuando volvimos del mercado, acompañé a Pen. Huan se había quedado sola, así que me quedé para compensarla. Y me he despertado con ellas.
Cuando me visto, vuelvo a besar a Pen. Tras un último azote a Huan. Su nalga vibra sensual.
–Hasta luego– se despide.
Algo murmura también Huan. Aún es de noche. Liang, Song y Liang se están despertando. Serán las primeras cuando llegue a la cabaña.
—————
Es ya por la tarde cuando llego frente a las plataformas de combate. ¿No hay nadie? Solamente está Ken. Me acerco a ella.
–¿No han venido?– le pregunto.
–Seguro que se han dormido– suspira ella, sin dejar de limpiar la plataforma.
Hay algunas manchas de sangre. La pelea de antes ha debido de ser violenta. Tampoco es raro. Aunque hay un límite. Al menos aquí. En caso de disputas graves, hay una plataforma especial. En la que se puede llegar a matar al contrario sin repercusiones. Claro que los dos deben aceptar. Y hay una mediación previa para intentar evitarlo.
Tengo entendido que en otras sectas lo ponen más fácil para que los estudiantes se maten entre ellos. Claro que aquí se puede hacer extraoficialmente. Siempre que sea fuera de la secta. Y que no te pillen.
–¡Kong!– me llaman a lo lejos.
Es Bi Lang. Me saluda con la mano mientras se acerca. Bei Liu hace lo mismo. Yan Xiulan, Fen Huan y Pen también están con ellas.
–Llegáis tarde– las acuso.
––¡Culpa de Liu/Lang!–– se acusan a la vez, señalándose.
Se miran. Se ríen. Las otras también. Bueno, y yo.
–Se han dormido, ¿verdad?– le pregunto a Pen.
–Sí, aunque parezca imposible dormirse a estas horas– responde ella.
Las dos sacan la lengua. Inocentes. Traviesas. Me besan una a cada lado. También Huan y Pen. Xiulan me mira. No se acerca. Un poco roja. Solo me saluda con la cabeza. Con timidez. Me entrega una pequeña caja.
–Lo… Lo que me pediste–medio tartamudea.
La cojo de sus manos. Se sonroja porque le he rozado uno de sus dedos. No sé qué voy a hacer con ella. La abro y me encuentro con seis joyas. Relucientes. Con algunas diminutas runas grabadas.
–Guau. Son aún más preciosas que las nuestras. Felicidades, Xiulan'er, has mejorado– la alaba Bei Liu.
–Sí, son un poco más refinadas. ¿A qué nivel estás?– le pregunta Bi Lang.
–Ya puedo inscribir nueve runas. Creo que pronto podría intentar el siguiente paso– confiesa Yan Xiulan.
–Gracias por esforzarte tanto. Y felicidades– me uno a ellas en los elogios.
A diferencia de a ellas, a mí no me mira a los ojos. Podría ser menos tímida… Aunque tengo que reconocer que la hace adorable.
–Ha sido gracias a ti. Sin tus encargos, no podría haber practicado tanto– me agradece en voz más bien baja.
–¿Y a nosotras no nos das las gracias? ¡Si no estuviéramos para que nos las regalara, no podría pedírtelas!– reclama Pen.
Las demás se ríen. Incluso Xiulan'er unos instantes después. Pen sabe cuando romper una situación un tanto incómoda. No sabía qué decirle.
Cabe decir que todas llevan las joyas hechas por ella que les regalé. Incluso ella misma. Las he visto llevarlas otras veces, de lejos, así que no es solo porque esté yo. Sin duda, hizo un buen trabajo.
–Ye Bi me ha dado esto para ti– me entrega un sobre Xiulan'er.
Está sellado. Bueno, con un sello bastante sencillo. Lo rompo y saco la carta del interior. No es ninguna sorpresa. Me lo he imaginado cuando me ha dado el sobre.
–¿Os va bien ir la semana que viene ir al mercado? Como lo hablamos– les pregunto.
–Tendré que mirar mi apretada agenda, pero creo que podré hacer un hueco– se hace Bei Liu la interesante.
–A mí también me va bien– responde Bi Lang, riéndose de su amiga y levantando la mano.
–Claro. ¿A qué hora?– pregunta Pen.
Habla por ella y Huan. Conoce todo lo que hace su presunta dueña.
–Por la tarde, a esta misma hora– le aclaro.
Me vuelvo entonces hacia Yan Xiulan. La miro. Todas la miran. Ella se sonroja y se pone nerviosa.
–¿Qué… Qué pasa?– pregunta, confundida.
–¿Vas a venir?– le pregunto.
–¿Yo? ¿Puedo?– se extraña.
–Claro. ¿Cómo no vas a poder? Solo no le digas a nadie que viene Ye Bi– le pido –. Entonces, ¿vendrás?
–Eeh… Esto…
Se la ve nerviosa y desorientada. Mira las otras chicas.
–Claro que viene. Ven, te lo explicamos– intercede Bei Liu, salvándola.
Se la lleva a unos metros con Bi Lang. Mientras yo me quedo con Pen y Huan.
–Es muy mona– ríe Ken, que también está por aquí, y se acerca siempre que puede.
–Esas dos tienen un trabajo difícil si quieren corromperla– ríe también Pen.
—————
No sé lo que han hablado antes. No me lo han dicho. Han ido llegando los estudiantes. Empezando sus combates. Mis pervertidas informándome de las nuevas parejas. De las posibles. De las rotas. Incluso me han sugerido un par para mí. Ya tengo bastantes. No sé si lo decían en serio.
Ahora, están haciendo algunas presentaciones. Introduciéndolos. Pero no aleatoriamente. A veces, no sé si vienen a los combates o a una reunión para encontrar pareja. Creo que hay de todo.
Uno de ellos pide pelear conmigo. Quiere probar un poco contra bastón. Aunque cuando subo, me doy cuenta de que hay algo extraño. Es nuevo. Y me mira de forma rara. Desafiante. Empuña dos hachas.
–Así que tú eres el que venció a Ga Gui. Ahora demostraré que soy mucho mejor de él. No es nada personal, intentaré no herirte de gravedad– declara, poco antes de atacarme.
Esto no es lo pactado. Ya veo. A partir de ahora, no debería aceptar combates con nuevos. Como no aceptaba sus desafíos, a alguien se le ha ocurrido colarse. ¿Qué hago? Podría rendirme e ignorarlo.
También podría echarlo de la plataforma de combate. Si es mejor que Ga Gui, no lo es por mucho. Y yo he mejorado bastante desde entonces. Además, esto no es un intercambio de golpes como la otra vez. Puedo usar mi técnica de movimiento. Él no parece tener ninguna.
Así que dejo que se acerque. Muy atento, por si me equivoco. Hago como que voy a bloquear. Pero me aparto a un lado de repente. Alerta a cómo pueda reaccionar. Trastabilla, al no haber impactado sus hachas como esperaba. Le pongo el bastón entre las piernas. Tropieza. Le doy una patada en las costillas mientras cae. Lo envío fuera de la plataforma.
Me acerco al borde. En su dirección. Se está levantando. Parece un poco dolorido del costado. Me mira incrédulo. Quizás no sabe ni cómo ha perdido.
–No vuelvas. No queremos farsantes aquí– lo echo, antes de darle la espalda y bajarme por el otro lado.
–¡Espera! ¡Esto no es lo que tenía que pasar! ¡Has hecho trampas!– se levanta y se sube a la plataforma, persiguiéndome.
–El combate ha acabado. Bájese– se oye entonces una voz.
Puedo notar la presión del qi. No me afecta mucho. No va dirigida a mí. Pero mi adversario es obligado arrodillarse. Debería haber sabido que a los encargados de vigilar los combates, lo que más les molesta es que los interrumpan. Están aquí para ganar algunos puntos por el trabajo. Y aprovechan para cultivar.
–Sí… Lo siento… señor– se disculpa, antes de irse corriendo.
Al final, era otro arrogante ligeramente por encima de la media. Pero que a duras penas domina lo básico. Y no tienen ni siquiera una técnica de movimiento. Sé que hay muchos más fuertes que yo en mi misma etapa. Aunque supongo que esos no buscan una efímera fama fácil.
Quizás yo estoy por encima de lo que se me supondría. Para el tiempo que llevo en el reino del Alma. Claro que no tengo que invertir horas y horas cultivando. Y puedo recuperar qi para seguir entrenando. Lo que me permite entrenar mucho más.
–¡Ha sido increíble! ¡Le has dado una buena lección!– me recibe Bi Lang, abrazándome.
–¡Eh! ¡No te adelantes!– protesta su amiga, abrazándome también.
–Dominas la técnica de movimiento hasta al menos el primer desarrollo. No está mal– me alaba Huan'er. Viniendo de ella, es un gran halago.
–Quiere decir que está impresionada– susurra Pen, aunque lo suficientemente alto para que Fen Huan la oiga.
Ella aparta la mirada. Es un gesto no habitual en ella. Lo hace más evidente.
–Lo siento. Es culpa mía. Me pidió venir cuando le hablé de esto. No pensaba…– se disculpa un estudiante.
Estudia formaciones. Aunque aún está lejos de poderlas usar en combate. Cuando llegue a ese nivel, su potencial de combate se multiplicará. O eso dicen. Aunque es pronto para ello.
–No te preocupes, Xiao. También es culpa mía. Iré con más cuidado. A partir de ahora, no aceptaré combates de alguien que no haya venido al menos dos veces. Así evitaremos problemas– intento consolarlo.
De hecho, tampoco es tan grave. Solo el segundo idiota que se cree el mejor del mundo con una técnica mediocre. Supongo que deben de haberse creído los halagos y ganado en arrogancia. Quizás porque cultivan o aprenden un poco más rápido. Se lo han acabado creyendo. O quizás, simplemente son estúpidos.
Lo cierto es que me acaban pidiendo entrenar unos pocos más de lo habitual. Me limito a bloquear sus ataques antes de rendirme. Los entrenamientos con las chichas me son útiles ahora. Me lo hacen más fácil.
Algunos me han preguntado como me he movido tan rápido. Creo que más de uno va a aprender una técnica de movimiento. Iba a decirles que esperaran. Tampoco importa demasiado. Tarde o temprano, la necesitarán. No creo que sea muy importante si tardan más en aprender los movimientos básicos con sus armas. En cierta forma, es complementaria.
Lo peor es que mis queridas pervertidas me aseguran que he ganado dos admiradoras más. Lo dicen entre risas. Aunque también me amenazan con morderme si les dedico menos tiempo. Bonitos dientes.
Sé que no lo dicen del todo en serio. Pero sí que todavía tienen algo de miedo a que las deje de lado. Les prometo ir a verlas mañana. Esta noche estoy ocupado. Hay tres y dos hermanas que me estarán esperando.