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46.12% Cultivación prohibida (+18) / Chapter 113: Una lección inolvidable

Chương 113: Una lección inolvidable

A Guo Hai la he subido a 8. Estaba emocionada. No se lo creía. Puedo apreciar la diferencia entre sus nuevos meridianos y los antiguos. Y eso que los he ido mejorando.

Los de las chicas están cada vez mejor. Eso dicen. Las gemelas están entusiasmadas. No se olvidan de su venganza. No obstante, aún es pronto. Además, su enemigo, nuestro enemigo, está recluido. Quizás suba de etapa. No importa. Lo alcanzaremos y superaremos.

De vez en cuando, escriben a sus padres. Están un poco marginados en la familia. Ellas son su esperanza. Al parecer, tuvieron un accidente que comprometió su cultivación. Las gemelas sospechan. Sobre todo después de leer la carta de su tío. La que encontramos cuando registramos la habitación de su fallecida prima.

Le han enviado algo en clave para una de sus tías. La madre de Wan. Esperan que lo entienda. Al menos que dude de la muerte de su hija. Aún no se lo han dicho. De hecho, han decidido actuar como si no supieran nada. Como si no tuvieran contacto con sus primas. Hasta que les pregunten, que lo harán. Cuanto más se retrase, más tardarán en llegar los problemas.

Después de subirla de nivel, compruebo sus pechos. Su textura. Su esponjosidad. La dureza de sus pezones. Sin olvidar un poco de qi. Disfruta cuando lo hago. Está especialmente satisfecha de los cambios en sus pechos. Aunque aún falta para completarlos.

Me levanto un poco. Me quedo de rodillas. Ella tumbada de cara a mí. Levanto su culo para que llegue a la altura adecuada. Sus piernas medio cerradas a mi espalda. Sus manos hacia arriba, como rindiéndose. Su cabello sobre la cama. Embisto en ella sin contemplaciones. Disfrutando de su vagina. Del frotar de mi miembro contra sus paredes.

La follo para mi propio placer. Al fin y al cabo, es mi esclava. Puedo disfrutar de su interior. De sus pechos rebotando. De sus nalgas firmes. Aunque también la llevo al orgasmo.

Me gusta como me aprieta cuando se corre. No me detengo. Sostengo su orgasmo. Disfrutando de su estrechez. De sus gemidos desesperados de placer.

Eyaculo en su interior. Vuelvo a empujar y eyacular. Y otra vez. Y otra. Luego salgo de ella. La dejo caer. Se queda tumbada. Jadeando. Exhausta. Su boca abierta, salivando. Su lengua medio fuera.

–A…mo…– susurra con pasión.

Miro hacia el lado. Ning y Rui me devuelve la mirada. Acostadas. Expectantes. Mojadas. Puede que Bronceada también.

Me acerco a Rui. Abre las piernas. Sin dejar de mirarme. Levanta las caderas. Pidiéndome silenciosamente que también abuse de ella. Así que eso acabo haciendo con las tres.

No estoy seguro si Bronceada lo disfruta tanto como las otras. Aunque no parece que lo odie. Lo más importante, yo sí disfruto de todas ellas. De dominarlas. De violar sus agujeros una y otra vez. De empotrarlas contra la cama. De llenarlas mientras convulsionan de placer.

—————

Las chicas me miman por la noche. Song ni siquiera se queja cuando le estrujo los pechos sin parar. Arrodillada frente a mí. Su cuerpo alzado. Dándome la espalda. Yo arrodillado también. Cogiéndole los pechos y besando su cuello. Shi y Liang me están besando y acariciando a cada lado. Ma Lang desde atrás. Luego se van turnando. 

Acabo disfrutando de los delicados pechos de Liang. De los modestos de Shi. De los también voluminosos de Lang. De todas sus vaginas. De sus besos. De sus caricias,

Yi y Yu hacen lo mismo mientras me follo a su prima. Ella de lado sobre la cama. Estaba muy avergonzada. Sobre todo cuando me han hecho una felación entre las tres. Ahora ya se ha dejado ir.

Con Yu, follamos abrazados. Ella sentada sobre mí. A Yi, de rodillas. Como antes a Song y a las demás. Luego, acabo durmiendo con las siete. Que me despiertan a la mañana siguiente. Jugando conmigo.

Unas con mi miembro. Otras besándome en los labios, las orejas o el cuello. Otras lamen mi pecho. Muerden mis pezones. Juegan con mis dedos.

No me dan opción a protestar. Aunque tampoco tengo nada de que quejarme. Excepto algún mordisco. Lang me mete en su interior. Me cabalga rápido. Las otras la apremian. Y lo mismo le pasa a cada uno de ellas.

Todas acaban llenas de mí. Después de haber hecho lo que han querido conmigo.

––––¡¡Buenos días!!–––– me saludan a la vez al acabar.

No puedo sino sonreír. Besarlas una a una. Y aprovechar para manosearlas un poco ahora que puedo.

—————

Ken irá a por agua a media mañana. Tengo tiempo de copiar tres páginas. De follar a Rui, Ning, Hai y Rong. Tengo algo de prisa. Así que las pongo a cuatro patas sobre la cama. Las follo una tras otra. Sin perderme el espectáculo de sus culos esperando. Mojados. O llenos. Unos más apasionados que otros.

Luego salgo al bosque. Dejo a las chicas vigilando mientras voy a buscar a Ken. No voy a decir que no me preocupe. No saber qué hacen. Que les pueda pasar algo. Pero no puedo sobre protegerlas. Más que nada, porque no me dejan.

–¡Kong! ¿Qué haces aquí?– se sorprende Ken.

–Estaba dando un paseo, y pensé en pasar a ver como estabas– le aseguro.

–Sabes, mientes muy mal– me dice mientras me da un beso en los labios –. No deberías preocuparte por mí.

–Bueno, si me ve contigo, quizás se lo piense la próxima vez. No hace falta que diga o haga nada– sugiero.

Ella va a protestar, pero cambia de idea. Me sonríe. Me encanta esa sonrisa. Me vuelve a besar.

–¿Me puedes ayudar a llevar el agua para ganar un poco de tiempo?– me pide.

–Claro. ¿Para qué necesitas ganar tiempo?– le pregunto, haciéndome el inocente.

Ella ríe. Me vuelve a besar. Me empuja contra un árbol. Y allí acabamos follando. Puede que no le tocara, pero no es que eso importe ahora. Ahora lo que importan son sus labios. Su cuerpo restregándose al mío. Sus movimientos apasionados de caderas. Sus nalgas agarradas por mis manos. Llenándolas. Sus pechos aplastándose contra mi cuerpo. Su pelo rubio a veces entre mis dedos.

Nos quedamos mirando después. Mis ojos se desvían a la peca junto a su labio. Resulta atrayente. Luego recorren el resto de su cuerpo. Al que mis dedos siguen acariciando durante un buen rato.

–Estos momentos hacen que valga la pena– susurra –. Pero ya es hora de irse.

No le dejo levantarse hasta que me da un largo y húmedo beso. Luego, va a entregar el primer cargamento de agua. No hay ni rastro del estudiante. ¿Vendrá más tarde? ¿Hoy está ocupado? ¿O las chicas han tenido éxito en su plan? Al menos podrían haberme dicho qué pretendían.

Por suerte, sé que están bien. Llevan un rato siguiéndonos. Me giro.

–Dejad de esconderos ya…– las llamo.

Ellas aparecen. Sacándome la lengua. Riendo. Orgullosas. Resulta extraño verlas a todas vestidas. Se quitan los velos para besarme. Es evidente que ha ido bien. Lo que sea que hayan hecho.

–¿Y bien?– reclamo mi explicación.

Se ríen. Suspiro. Se ríen más. Finalmente, Liang tiene piedad de mí.

–Esa basura estaba escondido, esperando a Ken. Nos hemos acercado como grupo. Song ha dicho: "Oh, mira, un estudiante de los tiernos. Es mi tipo". Ja, ja. Nos ha costado no reírnos– explica –. Casi estropeamos el plan.

–El muy idiota creía que estaba flirteando con él. Se ha atrevido a mirarme de arriba a abajo. Incluso sonreía. Casi me daría pena, si no me diera asco– sigue Song –. Cuando Shi ha dicho: "Deberíamos ir a un lugar más discreto", se le caía la baba.

–Ja, ja. Me ha seguido como un corderito. Ni siquiera cuando le hemos inmovilizado y empezado a quitar la ropa, se ha dado cuenta de que no era lo que creía– sigue Shi.

¿Quitarle la ropa? Las miro intrigado. ¿Qué es lo que han hecho?

–Oh, vuelve Ken. Luego seguimos– interrumpe Liang.

Entran todas. Me han dejado a medias. Se cambian de ropa. Parece que no se han olvidado. No me voy a poder escapar. No sé si desearlo o temerlo.

Ken me besa. Otro largo beso con lengua. Lleno las enormes jarras con agua supuestamente del anillo. Se va. Las llamo de nuevo.

–¿Por dónde íbamos? Ah, sí, lo estábamos desnudando. Se le veía tan excitado. Ja, ja. No veas la cara que ha puesto cuando ha visto a Song con el consolador atado a la cintura. Parecía que se había muerto alguien. Ha tartamudeado diciendo: "¿Qué… Qué vais a hacer!" Ha hecho intención de querer irse, pero Yu y yo lo teníamos bien sujeto– sigue Yi.

Es curioso. Diría que se han puesto de acuerdo para explicar cada una de ellas una parte de la historia. Ahora sigue Yu.

–"¿No es evidente? Va a darte por culo" ha dicho justo después Liang, muy seria. No creo que él se haya dado cuenta, pero se estaba aguantando la risa. Bueno, creo que todas

–No sabes lo que costaba aguantarse– me dice Liang –. No paraba de suplicar cuando lo hemos puesto contra una piedra, como si lo fuéramos a sodomizar de verdad. Se lo hubiera merecido. Lástima que solo queríamos asustarlo.

Resulta sorprendente oír decir eso a la siempre amable Liang. Pero no tanto si se sabe lo que ha sufrido. Lo que han sufrido todas las esclavas. Lo que aún sufren algunas. Y él era el culpable de que sufriera Ken.

–Es… Estaba forcejeando todo el rato. Pa… Parecía realmente asustado, fuera de sí– sigue Lang, siempre algo más insegura –. Entonces Yu ha dicho: "Viene alguien". Ha puesto una voz muy graciosa.

–Sí. Je, je. Deberías pedirle que lo repitiera– la provoca Yi.

–¡No le hagas caso! No podía usar mi voz natural, podrían reconocerme…– se defiende esta, inflando las mejillas –. Y la voz de Yi tampoco ha sido mejor.

No puedo sino sonreír ante ellas. No estoy seguro si ante el plan. Por una parte, parece original y efectivo. Por otra, me dan un poco de miedo.

–Sí, ja, ja. "Será mejor que nos vayamos" ha dicho con voz ronca. Casi parecía un hombre. Ja, ja– añade Song.

–Pues no veas la cara que ponía Song justo después. Estaba roja de aguantarse la risa, y no era la única. Casi no puede decir lo de: "Mierda, ahora que iba a empezar"– contrataca Yi

–Ja, ja. Era tan gracioso. Con sus pantalones bajados y su pene diminuto. Siempre son los acomplejados los más crueles.

Song ha empezado riendo. La última frase tenía rabia. Si fuera por ella, igual ese estudiante no habría salido con vida. O habiendo perdido una pequeña parte de sí.

–Luego ha intervenido Shi con: "Bueno, otra vez será. Vuelve a venir por aquí, te estaremos esperando". Él ha salido corriendo. Tropezando. Con los pantalones aún medio bajados. Sin mirar atrás. Ha sido muy cómico– interviene Liang.

–No creo que vuelva– se encoge Shi de hombros.

–Si lo hace, tendremos que ser más extremas– amenaza Yi.

–Vuelve Ken otra vez– nos interrumpe Liang de nuevo.

Así que las vuelvo a enviar a la Residencia. Tenía razón en pensar que dan miedo. Pero sin duda, era un buen plan. Lo han debido de asustar de verdad. El estudiante en la etapa cuatro. Varias de ellas en la nueve. No me extrañaría que se quedara encerrado un tiempo. Aterrado. No creo que se lo cuente a nadie.

–¿No ha venido?– me pregunta Ken.

–No lo he visto– le respondo.

Ella asiente. Me vuelve a besar. Se queda apoyada en mí. Abrazándome. Yo la envuelvo en mis brazos durante un rato. Son unos minutos de paz. No fáciles de encontrar para los esclavos. Sintiendo nuestra calidez. Escuchando nuestra respiración. Nuestros latidos. La brisa del bosque al mover las hojas. Al acariciar nuestros rostros. El cantar de algunos pájaros. Hasta que se tiene que marchar.

Lleno las jarras. Nos besamos. La ayudo a levantarlas y equilibrarlas. Y la veo marcharse.

Suspiro cuando se pierde en la secta. Yo me adentro en el bosque. Tengo que encontrar un buen sitio. O no me lo perdonarán. Están deseando practicar conmigo. "Entrenarme", dicen. Abusar de mí, pienso yo.

–¿Qué os parece aquí?– les pregunto tras llamarlas.

–Servirá– asiente Shi.

–Yo voy primera– anuncia Song.

No sé si lo han decidido así o simplemente lo han sorteado. No importa. Ella saca la lanza. Yo saco el bastón, el "legendario". Debo usarlo siempre que pueda. Siempre que sea con gente de confianza. Para circular mi qi por él. Para reforzar el "vínculo".

Veo a Shi preparando sus espadas. A Liang con el arco. No estoy seguro qué va a hacer. Las gemelas me miran. Yi me enseña los dientes y juega con la daga. Amenazadora. Traviesa. Yu me da ánimos. Adorable. Lang con sus espadas también está preparada. Nerviosa. Wan… La hemos sacado a "tomar aire". Está inspeccionando los alrededores en busca de plantas, hongos o lo que sea. No encontrará mucho por aquí. Supongo que está bien si se divierte.

A Shun la he dejado dentro. Está en la cama. Despierta. Mirando a su niña. Acariciando su cabecita. Sonriendo. Con lágrimas en los ojos. Supongo que no es un buen momento para llamarla.

–Son diez minutos. Kong limitado a Génesis. Song, no lo canses demasiado– se ríe Shi.

–Si pierdes, esta noche mando yo– me amenaza Song.

–Si gano, ¿mando yo?– quiero asegurarme. Se pone más interesante.

–No vas a ganar– me reta.

–Oh, ya veremos– acepto el reto.

Tampoco tengo mucho que perder. Ni ella. Pero está claro que los dos queremos ganar. Los dos estamos circulando qi por nuestras armas.

–Empieza, ¡YA!– anuncia Shi.


Chương 114: Entrenamiento

La punta de la lanza está cubierta por unas ropas para que no haga daño. Y por pintura, para saber si acierta. También los extremos del bastón. Deberíamos hacernos con armas de entrenamiento. ¿Serán muy caras?

No tengo tiempo para pensar en ello. Song se abalanza hacia mí. No parece que vaya a dejarme respirar. Usa un movimiento de lanza directo. Supongo que está probándome. ¿Será el movimiento Ensartar?

No he tenido la oportunidad de luchar contra ella. Pero sí la he visto varias veces. Entrenando sola y contra las otras chicas. Así que desvío su ataque como se lo he visto hacer a Shi. O algo parecido. Quizás menos preciso.

Golpeo la lanza desde arriba con el bastón. Con la parte del impacto imbuido en qi. Provocando que cambie de dirección. La miro. Ella sonríe.

–Me hubieras decepcionado si hubiera sido tan fácil– me sigue retando.

Tras ello, vuelve a atacar. Ahora su lanza se mueve más rápido. Parece querer agujerearme con varias punzadas. Debes de ser el movimiento Mil Picaduras, dentro de las habilidades básicas de lanza. Por ahora, solo había conseguido un dominio menor. Lo que equivale a diez simultáneas. Con mil, debe de ser terrible.

Me veo forzado a retroceder. Mientras bloqueo y esquivo como puedo. Ella no para en su ofensiva.

–¡Asalto para Song!– anuncia de repente Yi.

Mierda. He salido del círculo que habíamos marcado. Ella me mira arrogante. Con cierto aire de superioridad. Volvemos al centro.

–Segundo asalto empieza, ¡YA!– anuncia Shi de nuevo.

Song vuelve a atacarme igual que antes. Con Mil Picaduras. Sonríe confiada. Yo vuelvo a retroceder. Si no hago nada, volveré a perder. Y estará inaguantable.

En uno de los bloqueos, no me limito a pararla. Golpeo con fuerza la lanza. Justo he añadido más qi al bastón. Eso rompe su ritmo, la ejecución del movimiento. Al fin y al cabo, su dominio es aún precario. No se lo esperaba. Tarda un instante en reaccionar. Cuando lo hace, está en el suelo.

He golpeado su pierna con el otro extremo del bastón. Con algo de qi. Pero no demasiado. No quería hacerle dañó. He conseguido que perdiera el equilibrio. He golpeado su frente con la punta del bastón. Más bien, acariciado.

–¡Asalto para Kong!– anuncia Yu. Parece que me apoya. A diferencia de su hermana.

Song acepta mi mano para levantarse. Se pega a mí al hacerlo. Noto sus pechos contra mí. Su aliento en mi oreja.

–Me has pillado por sorpresa. No volverá a pasar– me advierte.

–Lo mismo digo. ¡Ay!– me quejo. Me ha mordido la oreja.

–Ataques fuera de tiempo no son válidos. Si vuelve a suceder, la contrincante pelo zanahoria serás descalificada– amenaza Shi, intentado parecer seria.

Pero la risita se le escapa. Y no es la única. Song la mira y le saca la lengua.

–¿¡Falta de respeto al árbitro!? ¡Será sancionada después del combate!– vuelve a amenazar Shi, aunque nadie le hace caso.

Nos volvemos a poner en posición. Nos miramos. Nos retamos.

–Tercer asalto empieza, ¡YA!

Esta vez ataca con Ensartar primero. Luego vuelve a Mil Picaduras. Logro romperle el ritmo, pero no pillarla desprevenida. Salta para evitar mi golpe. Contrataca con el extremo sin punta de la lanza. Bloqueo con el bastón. Retrocede y vuelve a atacarme con Ensartar.

Sus recursos son pocos. Tampoco es que yo tenga muchos. No obstante, resulta divertido. Esquivar, bloquear, contratacar. Una par de veces me ha rozado. Serían pequeños cortes. Una par de veces la he golpeado, aunque no de lleno. Hubiera sido un ligero golpe si le hubiera añadido qi.

Estamos bastante igualados. Aunque ella tiene ventaja. No lo voy a reconocer. Al menos, no fácilmente. Por una parte, tiene lógica. Ella ha tenido la oportunidad de entrenar con las otras. Por la otra, ha estado mucho tiempo sin poder usar la pierna.

–¡Tiempo!– anuncia Liang.

–¿Ya?– se queja Song.

–La arena ha caído. Míralo si no te lo crees– se encoge Liang de hombros.

–Vale, vale. Ahora que lo tenía…– presume.

–Estabas justo cayendo en mi trampa– la contradigo.

El resto ríen. Saben que los dos nos jactamos sin motivo. Ella se acerca, clava la lanza en el suelo y me besa. Luego separa los labios y me mira.

–La próxima vez ganaré yo– asegura, apretando sus manos en mi culo.

–Eso habrá que verlo– replico, haciendo lo propio.

–¡Eh! ¡Dejad el flirteo para luego! ¡Me toca!– protesta Liang.

–Suerte. Va a ser divertido verte sufrir– se burla Song de mí.

La miro esperando una explicación. Solo consigo que su sonrisa se haga más pronunciada. ¿Qué están tramando?

–Las… Las reglas son las siguientes– anuncia Ma Lang.

Parece que le ha tocado explicarlas. Todos la miramos. Fijamente. Muy fijamente. Se pone nerviosa.

–¡Dejad de mirarme así! ¡Lo hacéis queriendo!– finalmente se da cuenta.

Ella está roja y con las mejillas infladas mientras nos reímos. Está adorable. Aunque no por ello vamos a tener piedad. Todo lo contrario. Así que no tiene más remedio que continuar.

–Liang disparará y K… Kong tiene que bloquear o escavar… digo… esquivar. Las flechas no tienen punta pero… pueden hacer daño– explica.

Miro a Liang. Pidiendo que sea buena. Sus ojos y sonrisa amenazadora me dicen que la dulce Liang habitual no está.

–¡Suerte Kong! ¡Más te vale estar atento!– me anima cuando está preparada para dispararme.

–Empieza, ¡Ya!– anuncia Song. No disimula que lo está disfrutando.

Liang tarda unos segundos en disparar. Se asegura que esté preparado. Sigue siendo considerada. Pero a partir de allí, no tiene piedad.

Primero espera que bloquee para disparar la siguiente. Las primeras tres. Luego acelera. Disparando una tras otra. No es difícil bloquearlas. Menos mal. Pensaba que sería peor. Bloqueo una más con soltura. Y otra me da en el brazo. Duele un poco.

Miro a Liang. Sonríe traviesa. Ha disparado dos seguidas. La segunda oculta tras la primera. No lo había hecho hasta entonces. Nunca me había fijado que lo hiciera antes. Ha esperado a que estuviera confiado. Me conoce bien. Me ha pillado.

–¡Punto para Liang!– exclama Yi.

La miro, aparentando rencor. Ella me saca la lengua. Lo cierto es que, si hubiera sido una pelea de verdad, podría haber incluso muerto. Me he confiado demasiado.

–¡Segunda ronda! Tresdosuno, ¡Ya!– exclama de nuevo Song.

Esta vez consigo pararlas casi todas. Algunas me rozan, pero ningún impacto directo. Podría hacerlo mejor. Va a ser cierto que me falta entrenamiento. A pesar de que la cultivación de Liang es baja. Me queda claro lo peligrosas que son sus flechas. Y que serán.

–¡Empate en la segunda! Ningún golpe claro, pero algunos arañazos. ¡Liang gana el combate!– anuncia Song.

No estoy seguro de si las reglas son muy justas. Sé que si me quejo será peor. Así que asumo mi derrota. Liang alza los brazos en señal de victoria. Luego se acerca y me abraza. Me besa.

–¿Qué quiera la ganadora de premio?– le susurro.

Ella me mira. Me sonríe. Me responde con otro beso.

Luego me hacen combatir con las gemelas a la vez. Por lo menos, solo atacan de cara. Su objetivo es que me acostumbre a pelear contra dos a la vez. O eso dicen. Es realmente difícil. Aunque no se esfuerzan mucho, me acaban avasallando.

No me atacan a la vez, sino una tras otra. Y siempre de cara. No tengo la menor duda de que lo harían a la vez si pudiera contenerlas. O desde ambos lados. Pero es imposible.

A veces consigo aguantar un poco, pero siempre acaba igual.

–¡Muerto!– anuncia Yu divertida tras clavarme su daga.

La cojo y del culo y la beso. Su hermana chasquea la lengua. Esta vez ha perdido. Bueno, he perdido yo. Pero eso lo dan por sentado. Compiten en ver quien es la primera. Y me exigen que las bese. 

Shi y Lang hacen lo mismo un rato después. Es algo más fácil contra ellas. Quizás debería decir algo menos imposible. Las espadas tienen mayor alcance, pero son algo más lentas. Dado que me era imposible no dejar acercase a las gemelas, la ventaja del alcance casi no se nota.

–Shi y Lang 23, Kong 0– anuncia Song. Lo está disfrutando.

Sin duda, han abusado de mí. Se han divertido a mi costa. Pero no puedo negar que ha sido un buen entrenamiento. Y que me harán repetirlo. Puede que con variaciones. Todo lo que se les ocurra. Y yo de víctima.

Nos quedamos un rato más por el bosque. Vigilando a Rayitas y Terror. Sin duda, disfrutan del paseo. Y aterrorizan a las débiles bestias de los alrededores. Van creciendo en tamaño y fuerza.

Por alguna razón, acabo en el suelo. Con Rayitas encima. Miro a las chicas acusadoramente. Ellas desvían la mirada. Suspiro. Acaricio a la tigresa mientras ella me lame son su áspera lengua. Y Terror la imita.

Acabamos adelantando trabajo. Follando en el bosque. Quizás no es lo ideal. Es mejor separarlo un poco más. Pero no podemos contenernos. Han empezado con besos. Y al poco tenía a Ma Lang contra el árbol. Penetrándola desde atrás. Agarrándola de las caderas. Sus pechos balanceándose seductoramente.

Yu me tiene abrazado. Yo de pie. Sus piernas en mi cintura. Su espalda contra un árbol. Apasionada.

A Song de lado contra un árbol. Una pierna en el suelo. La otra sobre mi hombro. Sus ojos verdes mirándome con pasión. Su nariz pecosa la hace aún más deseable, si es eso posible. Sus pechos lujuriosos no dejan de rebotar.

Wan ha dejado de buscar hierbas para reclamar ser follada. De pie. Su espalda doblada hacia abajo. Apoyada con las manos en el suelo. Yo agarrando sus nalgas. Estrujándolas. Penetrándola. Ella gimiendo sin control. A pesar de que están las demás mirando. E incluso comentando.

Shi de pie. Yo también de pie detrás de ella. Follándola despacio al principio. Acariciándole suavemente sus modestos pechos. Ella con sus manos hacia atrás. Acariciando mi cabello. Acaba siendo más intenso. Ella me agarra con fuerza del pelo mientras gime. Mientras yo estrujo sus pechos. Mientras acelero en su interior.

A Yi con las manos contra el árbol. De espaldas. Mostrándome su culo. Con los ojos cerrados mientras gime. Más que balancearse, sus pechos vibran. Seductores. Ella está disfrutando. O eso dice su hermana. Lo que le va a costar una venganza en un futuro próximo.

Con Liang es de pie. Los dos. Cara a cara. Ella contra un árbol. Sus labios reclamados por mí. Los de arriba y los de abajo. Sus manos envolviéndome. Acariciándome. Con avidez. Las mías disfrutando de su delicada piel.

—————

Las devuelvo a todas. Ellas pueden descansar. Yo tengo que volver caminado. Se han reído de mí cuando me he quejado. Aunque antes decido llamar a Guo Hai.

–¿Dónde… estamos?– pregunta, asustada.

–En el bosque de la secta. No hagas ruido, alguien podría oírnos– le aviso.

En realidad nadie nos puede oír. Y tengo controlado que nadie se acerque. Ella parece un poco asustada. Además de que está desnuda. Me mira sin saber qué hacer.

–Ponte contra el árbol. Apoya las manos. Así. Levanta más el culo. Abre un poco las piernas. Y no hagas ruido– le ordeno.

Jugueteo un poco con su cuerpo. Está algo inquieta por estar afuera. Y excitada. No tarda en mojarse.

–¡MMMMmmmm!– ahoga un gemido cuando la penetro.

–Estás más apretada de lo normal– le susurro.

–¡¡Mmmm!! ¡No puedo evitarlo! ¡Mmmmm!– exclama entre susurros.

No es que me moleste. Además, ya lo imaginaba. Es un tanto exhibicionista. Aunque lo niegue, le gusta hacerlo en público.

No puedo dejar de pensar que me estoy follando a la hija de un comerciante rico. A la novia de ese estudiante estúpido. A una heredera mimada. Sometida. Desnuda. En medio del bosque. A mi merced. Ella totalmente excitada. Abandonándose a mis embestidos.

La penetro una y otra vez desde atrás. Estrujo sus pechos. Sus nalgas. Que rebotan en cada embestida. A veces la cojo del pelo. Dominándola. Dejando claro que es mía. Haciéndola llegar al orgasmo. Hasta que no puede sostenerse sus piernas.

Entonces la empujo contra el árbol. Acelero. Siento come el placer se agolpa en mí. Me corro dentro de ella. Satisfecho del servicio de mi esclava exhibicionista. La dejo caer. Llena de mí. Jadeando.

La devuelvo. Regreso a la cabaña. Ya follaré a las otras tres luego. Hay una esclava que llegará pronto. No quiero hacerla esperar. No se merecen que las haga esperar.

El resto del tiempo sufren abuso. Las explotan. Viven en condiciones muy pobres. Al menos, cuando están conmigo, quiero que sean felices. Tratarlas como seres humanos. Como reinas.

Cuando entra a la cabaña y me sonríe, es evidente hasta que punto vale la pena. Cuando se tira sobre mí y me besa, no queda la menor duda.


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