—¿Y yo?
Yang Luo lo miró fríamente. —¿Dije algo malo?
—Ya que son Guerreros Marciales, deberían saber que los Guerreros Marciales obtienen respeto a través de su fuerza —comenzó—. ¿O ustedes han sido mimados durante demasiado tiempo y han perdido el coraje que deberían tener los Guerreros Marciales Chinos? ¿Y qué si son la Alianza Marcial del País del Elefante? ¿A qué hay que tenerle miedo en un lugar del tamaño de una palma? ¡En vez de pedir disculpas, retroceder y bajar nuestras cabezas ante ellos! ¡Más vale que matemos hasta que se sometan, hasta que tengan miedo, hasta que estén aterrados! ¡Solo así no nos provocarán de nuevo! ¡Como dice el dicho! La verdad solo está dentro del alcance del cañón. ¡La dignidad solo está por encima de la espada!
Estas palabras hicieron que el corazón de Hong Yunzhi, Chen Qingshan, Qiao Jinsong y Yuan Shichuan, así como los decenas de miles de discípulos de la Alianza Marcial presentes, se agitara y la sangre hirviera.