Encadenados. La razón por la que estos niños no podían caminar más rápido era porque sus pies y manos estaban encadenados. Iris no podía verlo desde lejos, porque la cadena era muy delgada, pero estaba muy apretada, mordía su piel. Y más aún, con este cielo oscuro, era difícil ver.
A simple vista, se podía ver que la longitud de la cadena entre sus tobillos era suficiente para que dieran un pequeño paso, mientras que sus manos estaban atadas. Los niños pequeños lloraban de hambre, sed, cansancio y dolor. Aquellos que eran un poco más mayores intentaban consolarlos, pero los hombres de Lou levantaban su látigo, listos para azotarlos.
Iris se quedó atónita, su cuerpo se rigió cuando vio el látigo. Le recordó a cómo Mason solía hacerle eso, pero un grito ahogado del niño la sacó de su estado cuando el látigo dejó una profunda herida en su piel y la sangre empezó a fluir.