Iris nunca había visto algo así antes, tampoco tenía idea de que el pequeño lagarto tuviera tal capacidad para desaparecer y reaparecer en diferentes medios de llamas.
—¿Cómo puedes hacer eso? —Iris estaba atónita al ver al pequeño lagarto en la mano del otro joven.
El joven sonrió inocentemente y devolvió el pequeño lagarto a su mano, mientras esperaba con ojos expectantes. Sus ojos verdes se veían tan hermosos bajo la luz del sol que se filtraba a través de la ventana.
Iris recibió al pequeño lagarto y la criatura encorvó su cuerpo en sus palmas, soltando pequeños ruidos, mientras frotaba su pulgar y cerraba sus ojos.
—¿Quién eres tú? —Iris entrecerró los ojos. No sentía que este joven fuera peligroso, pero su ubicación debe mantenerse en secreto. Una palabra sobre que ellos están aquí, causaría problemas para todo el plan de Caña y eso era lo último que Iris quería.