Sunny cortó a través de la tripulación del barco abordador, sin dejar a nadie vivo. Su imponente figura se movía entre los enemigos con increíble velocidad y gracia, como si realizara una macabra danza de muerte.
Su estilo de combate era tan informe e impredecible como el diablo mismo, cambiando sin esfuerzo de defensa a ofensiva explosiva, a la ferocidad monstruosa que solo una Criatura de Pesadilla podría poseer. Luchó con sus cuatro manos, con sus colmillos y cuernos, incluso con su cola blindada. A medida que más y más enemigos caían, cortados por las cuchillas ardientes, una bruma abrasadora de sangre evaporándose lo rodeaba como un manto carmesí.
Aquí y allá, los dos barcos conectados ya se estaban incendiando, sus velas ardiendo en la tenue oscuridad roja del cielo nocturno como piras funerarias para los guerreros que morían en sus manos.
...Y entonces, de repente, no quedaba nadie más para que él matara.