Roberto y yo abrimos la puerta y entramos al pasillo oscuro. Ver mi mansión de la infancia me provocó un poco de nostalgia. Mi corazón latía un poco más fuerte de lo habitual.
—No hay nadie aquí —dije mirando a mi alrededor por curiosidad.
*CHASQUIDO*
Oí un chasquido de dedos y las lámparas que estaban apagadas de repente se encendieron. Las velas que hace un rato no tenían fuego, ahora ardían con una llama brillante. Miré a mi lado y vi a Roberto sonreír dulcemente. Como pensé, él fue el que encendió las luces dentro de la mansión.
—El interior sigue siendo el mismo —dije mientras miraba el primer piso.
—Siempre ha sido así de simple desde antes, como recuerdo —murmuró Roberto—. Supongo que como este lugar se creó como una mansión para invitados, no había razón para añadir más mobiliario y cosas.
Miré el lugar y los mismos muebles que estuvieron aquí cuando crecí aún estaban allí. Solo lo básico estaba colocado en mi mansión ya que no era alguien notable cuando era más joven.