Ajenos al alboroto afuera, Jasper y Ella estaban absortos en sus momentos íntimos dentro del cuarto de polvo. El cuerpo de Ella estaba lacio en los brazos de Jasper, su cara enrojecida por el orgasmo. A pesar de su agotamiento, dijo —Deberías volver al salón. La gente debe estar preguntándose dónde has ido.
Jasper dudó, preocupado por Ella —Lo sé. Pero, ¿estás bien? —preguntó, buscando en sus ojos. Lamentaba haber actuado impulsivamente y haber cedido a su deseo.
Ella asintió, su voz apenas un susurro —Estaré bien. Ve. Yo vendré después de un rato.
Jasper la soltó de mala gana, su mirada fija en la de ella —¿Estás segura?
—Sí, estoy segura. Ahora, vete —Lo empujó suavemente hacia la puerta, una sonrisa tímida dibujándose en sus labios.
Jasper soltó una carcajada, frotándose la parte trasera de la cabeza mientras salía de la habitación —Cielos. Cuánto impulsivo me he vuelto —murmuró para sí, dirigiéndose de vuelta al salón.