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La cara de Ella se puso roja de ira, pero se contuvo. ¿Cómo podría ofender a la novia de su empleador?
El ambiente de la oficina de Jasper parecía más silencioso de lo habitual. Se frotó la frente y se recostó en su asiento. Había estado ocupado estos días y no tenía ganas de la conversación que sabía se avecinaba. Elsa había llamado antes, informándole que volvería a casa, y él había olvidado decirle sobre Ella. Ahora, podía percibir el enojo de Elsa fermentando al otro lado de la línea.
—Oh, por favor, Jasper —se quejó Elsa—. Basta de tu silencio. Eso no ayuda a nadie. Te estás poniendo a ti y a los demás en peligro con tu comportamiento imprudente. Ahora dime, ¿qué está pasando? Necesito una buena explicación. Las palabras de Elsa resonaron con agudeza a través del teléfono, llevando un trasfondo de decepción y preocupación.