El corazón de Ella saltó aliviado al ver a Jasper, su mirada fija intensamente en ella.
—¿Dónde has estado? —preguntó Jasper, su voz baja y urgente—. Te pedí que me esperaras allí.
Ella no se molestó en responder. En su lugar, se lanzó hacia Jasper, rodeando su cuello con sus brazos y enterrando su cara en su pecho. Sintió una ola de alivio invadirla. En ese momento, había olvidado la barrera que debería trazar entre ella y Jasper. No se aplicaban reglas en ese momento. Todo lo que le importaba a Ella era sentirse segura, y el abrazo de Jasper le ofreció ese consuelo.
Jasper permaneció allí, con una expresión ilegible, como si la abrumara su súbito abrazo. Su comportamiento estoico se mantenía intacto, pero un sutil sentimiento de preocupación centelleaba en sus ojos.