Abigail dirigió su atención hacia él, su actitud aún pensativa. —Viviana vino a reunirse conmigo. Almorzamos juntas.
Cristóbal, sin embargo, no pudo evitar que un atisbo de frialdad se colara en su expresión, asumiendo que Viviana podría haber sido la fuente de la angustia de Abigail. Miró su café con el ceño fruncido e inquirió:
—¿Qué te dijo?
—Está embarazada y se va a casar el próximo mes.
La cabeza de Cristóbal se giró bruscamente hacia ella, reflejando genuina sorpresa en sus ojos.
—¿Te sorprende? —preguntó ella, con una sonrisa en su cara—. Yo también me sorprendí cuando ella reveló que estaba embarazada. ¿No es maravilloso que nuestro hijo pronto tenga un compañero de juegos?
—Es bueno. Estoy feliz por ambos, Eddie y Viviana —reconoció Cristóbal, tomando su último sorbo de café—. No pudo evitar que un rastro de sarcasmo se colara en su tono cuando añadió: