—Por favor, Jasper… Deja de llamarme o de enviarme mensajes. No podré mantener ningún contacto contigo y eso enfadará a Cristóbal.
Jasper había estado irritado desde la noche anterior. Cuando recibió su mensaje esta mañana, se enfadó aún más. Su rostro estaba rojo de ira mientras leía una vez más el mensaje. Había perdido la cuenta de cuántas veces lo había leído.
Levantó el teléfono para tirarlo al suelo, pero su mano se quedó congelada en el aire. Romper el teléfono no le ayudaría a resolver el problema.
Jasper tomó un largo aliento y cerró los ojos, intentando calmarse. Sabía que perder la compostura solo empeoraría las cosas. Si quería recuperar a Abigail, necesitaba ser paciente y manejar esta situación con calma.
Después de unos momentos de respiración profunda —comentó él—, Jasper abrió los ojos, su expresión ahora tranquila y decidida. Se levantó rápidamente de su silla y agarró su abrigo, listo para ir a ver a Abigail.