El amanecer brillaba sobre la Academia Imperial. Tras el tumultuoso desenlace del día anterior, un nuevo aire de expectación y asombro se había instaurado en los corazones de estudiantes y profesores. Se había difundido la noticia de que Johnathan, el niño prodigio, el vencedor del desafiante Frederick, daría una conferencia pública sobre la fusión de Qi y Mana, conocida como el Arcánum. Su reputación había crecido exponencialmente, y ahora era una figura reverenciada, vista no solo como un prodigio, sino como un innovador.
El aula asignada para la conferencia estaba llena hasta el borde, los estudiantes se apretujaban en los asientos, algunos incluso se sentaban en el suelo o se apoyaban en las paredes. Los profesores, usualmente distantes y autoritarios, se mezclaban entre la multitud, su curiosidad superando su orgullo. Todos estaban allí por una sola razón: el deseo de entender el misterioso Arcánum.
Johnathan se abrió paso a través de la multitud, su corta estatura y su rostro juvenil contrastaban con la seriedad y la dignidad con la que caminaba. Se subió a la plataforma y contempló el mar de rostros ansiosos. Sacó una pequeña taza de café de su bolsillo, la sopló y tomó un sorbo antes de comenzar.
"Antes de comenzar," dijo, su voz clara y resonante llenando el aula, "quiero dejar algo claro. El Arcánum, como algunos de ustedes lo llaman, no es una habilidad o una técnica. No es algo que puedas aprender de un día para otro. Es una filosofía, una forma de vida. Es el matrimonio perfecto entre el Qi y el Mana, la esencia misma de nuestra existencia como magos."
Habló durante horas, desgranando los principios básicos del Arcánum, explicando cómo el Qi y el Mana podían fusionarse para formar una energía más poderosa. Demostró técnicas simples, generando esferas de luz y pequeños tornados con la misma facilidad con la que una persona normal respiraba.
Pero lo más sorprendente fue cómo habló del Arcánum. No como un arma, sino como un camino hacia la comprensión de uno mismo y del universo. Habló con pasión y sinceridad, capturando la atención de todos y cada uno de los presentes.
Cuando finalmente terminó, el aula quedó en silencio. Luego, de repente, estalló en aplausos y vítores. Los estudiantes y los profesores se levantaron de sus asientos, aplaudiendo con entusiasmo y admiración.
Así comenzó el despertar del Arcánum en la Academia Imperial, una nueva era de comprensión y posibilidad, y Johnathan, el niño prodigio, estaba a la cabeza, guiando el camino con su sabiduría y visión.
El sol se ponía en el horizonte, bañando la Academia imperial en su cálida luz dorada. Los estudiantes, inspirados por la conferencia de Johnathan, se habían dispersado por toda la escuela, cada uno buscando su rincón tranquilo para practicar el recién descubierto Arcánum. Sin embargo, un grupo particularmente grande se había reunido en los campos de entrenamiento al aire libre, donde Johnathan y Sindi habían decidido supervisar y guiar a los estudiantes más dedicados.
Johnathan, con una copa de café en la mano, observaba a los estudiantes desde el borde del campo. Algunos estaban concentrados, los ojos cerrados mientras sus manos bailaban en patrones complejos. Otros tenían la frente fruncida en concentración, sus cuerpos temblando con el esfuerzo. Pero todos tenían una cosa en común: la determinación.
"Recuerden, paciencia y práctica son clave," decía Johnathan mientras paseaba entre los estudiantes, corrigiendo las posturas y dando consejos. "El Arcánum no es algo que se pueda dominar de la noche a la mañana. Es un camino que deben recorrer paso a paso."
Sindi, a su lado, asentía, ayudando a los estudiantes con su formación de Mana. Aunque era la primera vez que se enfrentaba al Arcánum, su vasto conocimiento y su aptitud natural para la magia la hacían indispensable.
Mientras tanto, a la sombra de una torre de la academia, un rostro familiar observaba en secreto. Frederick, con una expresión de amargura en su rostro, observaba a Johnathan y a los estudiantes desde la distancia. Su derrota frente a Johnathan todavía lo perseguía, la humillación fresca en su memoria.
Con un brillo de determinación en sus ojos, Frederick comenzó a practicar el Arcánum en secreto. A pesar de la derrota y la humillación, Frederick estaba decidido a demostrar que no era menos que Johnathan. Que él también podía dominar el Arcánum.
El sol finalmente se puso, y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo. Pero los campos de entrenamiento seguían llenos de estudiantes, sus formas iluminadas por las luces de la escuela. Estaban decididos a dominar el Arcánum, a seguir el camino que Johnathan les había mostrado.
Así comenzó la práctica del Arcánum en la Academia imperial , un nuevo desafío y una nueva oportunidad. Y en el corazón de todo, Johnathan y Sindi, liderando y guiando a los estudiantes en su viaje hacia un nuevo horizonte.
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