Al llegar a la arena, Plata se sintió mejor de lo que había estado en un tiempo. Había pasado un largo mes y un poco en la base militar de la academia. Ella deseaba regresar a casa, pero nunca lo haría hasta que hubiera completado su tarea.
Ahora que sentía que estaba cerca, su estado de ánimo comenzaba a cambiar. Cuando salió de la habitación del hotel para dirigirse afuera, pasó junto a muchos de los estudiantes que había enseñado.
—Espero que tengas un buen día, señorita.
—Mantente a salvo.
—Ojalá me vea tan bonita como ella cuando crezca.
Los estudiantes no pudieron evitar elogiar a la señorita Plata. Aunque había sido estricta en clase, sus lecciones eran bastante conocidas. Sus lecciones también eran agradables, ya que parecía que cuando Plata enseñaba, no tenía filtro. Cuando hablaba, nunca endulzaría sus palabras como los otros profesores.