Raaz estaba agradecido por la Biblioteca que le permitía aprender y memorizar todo lo que necesitaba sin perder horas en los libros. Le gustaba centrarse únicamente en el trabajo manual, labrando la tierra con una azada y regando los brotes sin el uso de la magia.
Después de pasar más de treinta años nutriendo formas de vida que no podían expresar sus necesidades, había aprendido a detectar los primeros signos de una planta marchita. Raaz sacó el máximo partido a sus conocimientos, ajustando las cantidades de agua y fertilizante en el momento en que algo salía mal.
Además, después de estar tanto tiempo en el Invernadero, casi podía sentir los cambios en el flujo de mana de los diferentes brotes simplemente tocándolos con sus manos desnudas.