—Tengo que aceptar que ella siempre mentirá y manipulará a los que la rodean, incluso a su familia, si eso significa mantenerlos a salvo.— Los pensamientos de Orión fueron interrumpidos por el sonido de su agitación.
—¿Estás bien? ¿Cómo están las chicas? —Dijo Jirni en el momento en que abrió los ojos.
—Estoy bien, tonta, y nuestras niñas también. Eres tú quien está en una cama de hospital. —Dijo, obligándola a acostarse.
—Gracias a los dioses. —Jirni se sentía débil y cansada, pero no podía permitirse dormir.
—Mira, he pensado mucho en nuestra situación —Dijo Orión—. Si te quedas en la casa Myrok, ahora también tendrás que preocuparte por Thrud. En el momento en que esa loca se entere de cómo arruinaste todos sus planes, te convertirías en su objetivo principal y—
Jirni se rió de lo tieso y gracioso que era mientras intentaba actuar frío y lógico.