El Marqués Beilin llevaba un blazer negro sobre una camisa blanca, pantalones negros y zapatos marrones.
Cuando Jirni entró en la habitación, el Marqués no podía creer que una mujer tan hermosa y aparentemente frágil pudiera ser la famosa Gendarme Ernas.
Jirni llevaba un vestido claro color rosa de día que la cubría de pies a cabeza, haciéndola lucir como una joven doncella y resaltando sus mejillas enrojecidas por el llanto.
Su primer instinto como caballero fue consolarla y ofrecerse a defender su honor contra ese bruto de su esposo, pero había demasiado en juego para que Beilin actuara como un tonto sin sentido.
—Recuerda quién es ella y lo que ha hecho —Pensó mientras invitaba a Jirni a sentarse.