—Puede que sea más débil y esté menos preparado que tú, pero en mi guarida, sólo necesito chasquear los dedos para convocar a todo el Consejo. ¿Puedes hacer lo mismo? —
Crevan abrió y cerró la boca, sin tener forma de replicar. Era muy bueno en su trabajo, pero estar en tres lugares al mismo tiempo no formaba parte de sus habilidades. Además, nunca se había unido al Consejo, considerándolos una panda de débiles.
Sin embargo, el orgullo de Crevan residía en no haber fallado nunca a su madre, no en alardear de su fuerza como un matón de taberna.
—No, no puedo. —Cerró los ojos por un segundo, dejando que su brillante aura violeta emanara de su cuerpo—.
Su sombra ganó una tercera dimensión que rápidamente se convirtió en una mujer vestida de manera similar y que guardaba un sorprendente parecido con Crevan. El fenómeno ocurrió de nuevo, pero esta vez salió otro hombre.