La única nota discordante era que Rena y los niños solían pasar mucho tiempo en la casa de Verhen debido a los diversos aparatos mágicos que facilitaban la vida de una madre, como tener agua corriente o un baño en lugar de una letrina.
—Adelante, Nalrond. Brina estará lista en un minuto. —Rena suspiró con alivio mientras miraba su nuevo atuendo—. Gracias a los dioses que no eres como mi hermano. Temía que aparecieras con tu ropa habitual después de limpiarla solo con un hechizo.
—Lith puede permitírselo por la Armadura Skinwalker. Faluel no le importan los parches y las marcas de garras de los niños, pero si Brina las ve, haría preguntas que no quiero responder. —Nalrond envidiaba a Lith por muchas razones y su ropa autocurativa estaba entre ellas.
—¿Cómo está Selia?
—Nunca la había visto tan feliz. Ha vuelto a cazar y se está poniendo al día con todos sus viejos amigos. Creo que estaba harta de ser ama de casa en medio de la nada. —Dijo Nalrond.