—No te preocupes, Lith. Tu secreto está a salvo con nosotros.— dijo Raaz. —Estás caliente, ¿sabes?
—¡Papá, guácala!— Aunque su boca aún estaba cubierta por las escamas, la voz de Lith logró expresar toda la incomodidad que esas palabras inspiraban e hizo reír a Kamila a carcajadas.
—¡No así! Quiero decir que estoy sudando aquí.— Raaz se puso rojo como un tomate por el calor y la vergüenza mientras Elina se unía a Kamila en su risa.
Ver esa escena borró todas las dudas que llenaban la mente de Rena.
'Definitivamente mis padres son demasiado humanos para ser un señor maligno disfrazado. No debería haber dejado que el miedo se apoderara de mí.' Pensó mientras se volvía para mirar a su esposo a los ojos.
—Lo siento, querido, pero esta es mi familia. No puedo abandonarlos ni puedo pedirte que cargues con esta carga si no te sientes capaz de hacerlo. Si no quieres tener nada que ver con nosotros, con gusto consentiré en anular nuestro matrimonio.