Pala continuó parpadeando y Lith ajustó constantemente su objetivo. No le importaba la jóven planta temblando de dolor e indignación debido al Sol Poniente arrasando el árbol y los no muertos.
—Ya que no puedes decidir qué bando tomar, déjame darte un incentivo. Esto es lo que hacemos con los traidores en mi tierra.— Pensó Lith.
Megon gritó de agonía mientras se maldecía a sí mismo por no escuchar a Pala. Sin un brazo, no podía usar magia dimensional. Su preciada armadura y habilidades regenerativas sólo retrasaban lo inevitable y prolongaban su agonía.
Rezó cada segundo que le quedaba para que alguien viniera a ayudarlo. Era su único pensamiento incluso cuando su cuerpo ya había comenzado a convertirse en polvo. Su corazón estaba intacto, pero su núcleo de sangre se había ido, devorado por las llamas negras.