No había forma de saber cómo curar una enfermedad consciente, ni una manera de separar al anfitrión y al simbionte de manera segura. A diferencia de la situación de Othre, no había ningún vórtice que interfiriera con el mana de los sanadores, pero la entidad no residía en una parte específica del cuerpo de su víctima.
Estaba tan extendida que eliminarla quirúrgicamente, como Manohar hizo con los títeres de carne de Thrud, era imposible.
—¿No es obvio? El origen de la enfermedad es una planta y, estén muertos o no, los Fae no dejan un cuerpo atrás. Por lo tanto, si encontramos a aquel cuyos tejidos fueron utilizados y los matamos, todos nuestros problemas se resolverán. —Dijo Milea.
—Otra opción posible es identificar a los no muertos que generaron el parásito. No solo nos ayudará a reducir nuestra búsqueda, sino que también podría ayudarnos a encontrar una manera de neutralizar la aflicción.